Los
inicios de este nacimiento data de la década de los 90’ aproximadamente, cada
año y en cada navidad lo colocaban en el árbol de navidad, ya que para la unión
familiar era muy importante, algo muy sagrado para la fe que los unía, trasmitiendo
esta tradición de padres a hijos, nietos y amigos.
Lo
más importante para mantener esta tradición es adorar al niñito siempre, no tan
solo en navidad.
El
pilar fundamental de la familia es doña Juana Alfaro Rivera, quien a raíz de un
accidente gravísimo que mantuvo a su nieta al borde de la muerte, le hizo una
promesa al niñito Dios, que era abrirle un nacimiento para él, hasta el fin de
sus días, allí se adoraría la imagen de su niño y recibiría a quien lo visitase
con gozo, alegría, fe y esperanza.
He
aquí como una promesa de fe logra expresarse no solo en el silencio de una
oración o una manda, si no que logra expresarse desde su misma fe a la
comunidad.
Una
expresión de amor que en nuestros días logra ser eco replicante que intenta
hacer historia en medio del desierto.
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